De un tiempo para acá...

Cuando era niña creyó en un amor de cuentos de hadas, las películas de Disney y las historias encerradas en los libros para niños le daban la idea de ser una princesa que al igual que todas buscaba a un príncipe azul.
Cuando cumplió 18 años, tuvo su primera decepción amorosa y su perspectiva del amor cambió radicalmente, intentando llenar ese vacío comenzó a jugar un rol de “el amor verdadero no existe”.
 Lloró, sufrió y vivió un duelo a su manera, a su edad y pensó que jamás podría superar dichos sucesos, las emociones a flor de piel sello característico de aquella edad y la exageración de los sucesos la hicieron dudar sobre la existencia inmutable del amor.
Pero a lo largo de todo el tiempo fueron apareciendo personajes en su vida que le han enseñado a disfrutar cada instante de su vida como si fuera el último. La hicieron reír, enojar e incluso volver a llorar pero cada uno formó parte esencial de su vida, cada quien le enseñó algo bueno y eso era y es para ella lo más invaluable en ésta vida; la oportunidad de conocer y aprender de los demás.
En sus memorias y recuerdos cada vez que se sumerge hacia el pasado y revive los pasajes más importantes dice en su mente “gracias, porque cada una de esas personas hicieron que fuera parte de lo que soy ahora”, sonríe cada vez que se adentra en su historia personal.
Para el amor, el tiempo y los años son relativos… no tiene límites,
La vida le ha mostrado que todo es posible si tienes fé, paciencia y crees en el destino, porque cada uno tenemos un designio especial y sólo cuando logramos comprender y desciframos su mensaje es cuando sabemos el porqué de todos los sucesos previos a nuestra meta.
Ser espectadora de momentos así, es lo mejor que me ha pasado en la vida. Nuevamente Dios me ha dado una lección y un susurro al oído diciendo “aquí estoy, en el amor, la alegría y la paz”.