Lo amaba en su silencio y ausencia,
cuando su mente lo invocaba sin consuelo
cuando no quedaba rastro de paciencia,
y en su pensamiento lo llamaba con desvelo.
Lo amaba tanto, como la vez primera...
desde que sus almas se encontraron
deseando que la espera sea efímera,
por aquellas promesas que lograron.
Lo amaba despierta, lo amaba dormida
en los rayos de sol y estrellas de la luna,
con su alma impasiblemente redimida
resguardando su amor, bajo una duna.
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